¿Para qué preguntarse
todo lo que da vuelta
tu cabeza,
patas arriba,
sueños rozando el suelo,
donde sólo somos virtud del viento,
de las flores
(gracias)
de la música,
del silencio de mares,
últimas palabras
de los encarnados pedazos de ansiedad
en piedra que, con arrogancia
se bañan en sus pesares ahogados,
descalzos y tiesos del frío?

M. C.


M. C.

Dijo
que cuando explotara,
avisaría al abismo
desde a dentro de la Tierra
de las vueltas sin salida
ni traiciones.
Hundidos en cultivos
de malas rachas,
para olvidar,
para crecer,
rescatarnos del andén
que a su vez,
se mece en las pupilas
de su estrellado cielo
a punto de tirarse del balcón;
a solas con el viento
en silencio de ciudad
de pájaros.

M. C.