¿Para qué preguntarse
todo lo que da vuelta
tu cabeza,
patas arriba,
sueños rozando el suelo,
donde sólo somos virtud del viento,
de las flores
(gracias)
de la música,
del silencio de mares,
últimas palabras
de los encarnados pedazos de ansiedad
en piedra que, con arrogancia
se bañan en sus pesares ahogados,
descalzos y tiesos del frío?

M. C.

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